lunes, 7 de enero de 2008
Sistema digestivo y nacionalismo
Mi estómago se niega a seguir dictados nacionales. Ciertamente, entre un chocolate a la francesa o a la española y un buen champurrado del altiplano de México, opta sin vacilar por el segundo, pero entre los callos a la madrileña (o a la andaluza) y la pancita, se inclina resueltamente por los primeros.
miércoles, 2 de enero de 2008
Vuelta
Salir de la barriga de Santa Clós es como apartar una lápida muy pesada, como culminar un tránsito agotador por las cloacas de los rituales comercio-familiares. El recién nacido no es el año nuevo, sino uno.
lunes, 24 de diciembre de 2007
¿Olvidar?
Cuando el mundo se apresta hipócritamente a una nueva celebración de la natividad del Señor y cuando las voces de los bienpensantes vuelven a decirnos que éstas son fechas para perdonar y olvidar, cabe preguntarse, como lo hiciera Julio, patrono de este blog, en su "Libro de Manuel": ¿pero quién olvida?
"No he venido a cantar, podéis llevaros la guitarra" (León Felipe). Es demasiada la injusticia acumulada en el mundo, demasiada la verguenza social, política, ecológica, moral amontonada sobre la costra de este planeta (y de paso sobre nuestros hombros) como para no sentir que no hay nada que celebrar (aún). Se me dirá, y con razón, que, pese a la magnitud del desastre, todo sigue jugándose (o más bien, más que nunca) a nivel individual, en los gestos, los pequeños gestos cotidianos: ahí está el engranaje del cambio, de la ventura o simplemente del ser y habitar este mundo.
De todas las crisis actuales hay una que me interpela particularmente, por su escala planetaria: el desastre ecológico. De cómo hemos llegado tan lejos en este lento suicidio colectivo sólo puede explicarse por una tendencia muy humana a colocarnos anteojeras y negar los conflictos (especialmente en nuestra cultura patriarcal),pero también puede interpretarse como una manifestación muy clara de la predominancia de la pulsión de muerte en nuestra especie. La respuesta de la naturaleza a nuestras permanentes agresiones es una respuesta moral: ella no se defiende, pero nos arrastra en su derrota, no movida por un deseo de infligirnos un daño (no tiene conciencia para hacerlo), sino porque ello es ineluctable: somos interdependientes, somos naturaleza (también)y por ende, el daño que infligimos se nos devuelve.
No es posible olvidar. Pero celebremos los prodigiosos regalos de cada día.
"No he venido a cantar, podéis llevaros la guitarra" (León Felipe). Es demasiada la injusticia acumulada en el mundo, demasiada la verguenza social, política, ecológica, moral amontonada sobre la costra de este planeta (y de paso sobre nuestros hombros) como para no sentir que no hay nada que celebrar (aún). Se me dirá, y con razón, que, pese a la magnitud del desastre, todo sigue jugándose (o más bien, más que nunca) a nivel individual, en los gestos, los pequeños gestos cotidianos: ahí está el engranaje del cambio, de la ventura o simplemente del ser y habitar este mundo.
De todas las crisis actuales hay una que me interpela particularmente, por su escala planetaria: el desastre ecológico. De cómo hemos llegado tan lejos en este lento suicidio colectivo sólo puede explicarse por una tendencia muy humana a colocarnos anteojeras y negar los conflictos (especialmente en nuestra cultura patriarcal),pero también puede interpretarse como una manifestación muy clara de la predominancia de la pulsión de muerte en nuestra especie. La respuesta de la naturaleza a nuestras permanentes agresiones es una respuesta moral: ella no se defiende, pero nos arrastra en su derrota, no movida por un deseo de infligirnos un daño (no tiene conciencia para hacerlo), sino porque ello es ineluctable: somos interdependientes, somos naturaleza (también)y por ende, el daño que infligimos se nos devuelve.
No es posible olvidar. Pero celebremos los prodigiosos regalos de cada día.
domingo, 16 de diciembre de 2007
Plagio del futuro
Uno de los hallazgos más sorprendentes de mis últimas lecturas es un ensayo de Ferrucio Busoni (pianista italiano virtuoso de comienzos del siglo XX, compositor y transcriptor compulsivo de obras de otros músicos) en el cual afirma que Beethoven sería "el resultado de dos polos, encarnados en Bach y Lizt". Esta afirmación, aparentemente absurda en términos cronológicos, es, sin embargo, poderosísima y perfectamente plausible si pensamos en términos de intertextualidad y miramos todos los textos, las imágenes, las músicas como un juego infinito de imágenes y reflejos que se devuelven los unos a los otros, sin valerse de ninguna linealidad espacio-temporal, y que nos condenan (a mí también y a este texto que escribo ahora mismo) a ser unos eternos reescritores, recompositores (susceptibles de ser, a su vez, reescritos y recompuestos).
Duro golpe para los "originales" que creen que crean por generación espontánea y que tienen bien delimitado el espacio de sus obras. No hay nada que crear (nunca lo hubo). Todo ha sido dicho -y mil veces- (lo que no significa necesariamente que haya sido escuchado).
Ajeno a estas ilusiones, el recreador tiene desplegadas sus antenas en el mundo (interior y exterior)y, gracias a su capacidad de recordar, relacionar e interpretar, relanza la palabra, la pone nuevamente en circulación, sin pretensión de ser el primero o el último en tocarla, y sin conciencia, como en el caso de Bach y Beethoven, de que se pueda tratar de un eventual plagio del futuro.
Duro golpe para los "originales" que creen que crean por generación espontánea y que tienen bien delimitado el espacio de sus obras. No hay nada que crear (nunca lo hubo). Todo ha sido dicho -y mil veces- (lo que no significa necesariamente que haya sido escuchado).
Ajeno a estas ilusiones, el recreador tiene desplegadas sus antenas en el mundo (interior y exterior)y, gracias a su capacidad de recordar, relacionar e interpretar, relanza la palabra, la pone nuevamente en circulación, sin pretensión de ser el primero o el último en tocarla, y sin conciencia, como en el caso de Bach y Beethoven, de que se pueda tratar de un eventual plagio del futuro.
jueves, 13 de diciembre de 2007
miércoles, 12 de diciembre de 2007
Carta de advertencia
Sr. Pedro Miguel Olivares
Calle del Hospital 41
4º, 2ª
Barcelona
Nos referimos a la situación escandalosa que los vecinos de Calle del Hospital 41 tuvimos que soportar en la noche de ayer. Al habitual ajetreo y volumen alto de música proveniente de su departamento (que es continuamente visitado por personas extrañas y connacionales suyos que desfilan a vista y paciencia de los vecinos por las escaleras del edificio) ayer se sumaron conductas totalmente reñidas con las buenas costumbres y las normas de convivencia que deben regir en una comunidad de vecinos.
Tras aguantar las risas, los ruidos de vajilla y la plática desenfrenada de una interminable sobremesa, a las 2:30 horas de la noche fuimos despertados por unas voces que proferían por el balcón frases procaces y soeces como “A cu…ar, a cu…ar, que el mundo se va acabar” o “Queremos más patatas y amor” que sólo pueden provenir de mentes desarregladas y pusilánimes. Los posteriores gemidos y otras manifestaciones animales “del amor”, provenientes de las habitaciones, fueron la gota que colmó el vaso y constituyen un verdadero atentado contra el pudor, sobre todo si se toma en cuenta que la mayoría de los vecinos tiene niños menores de edad.
Esta es la última vez que nos dirigimos a usted por escrito. La próxima estamparemos directamente una denuncia ante la Guardia Urbana. En el intertanto, nuestros vecinos se encuentran evaluando los daños provocados por las fisuras en sus departamentos, cuya reparación deberá ser enteramente asumida por usted y sus “amigo(a)s”.
Jordi Meneses (3º 1ª)
Pere Puig ( 3º, 2ª)
Gregori Grau (5º, 1ª)
Francesc Quisquilet (5º, 2ª)
P.S. Aprovechamos de recordarles que la basura del edificio se retira exclusivamente de 8 a 10 horas de la mañana (horario en que ustedes probablemente aún duermen) y que está prohibido utilizar la terraza superior del edificio como solarium, especialmente sin ropa.
Calle del Hospital 41
4º, 2ª
Barcelona
Nos referimos a la situación escandalosa que los vecinos de Calle del Hospital 41 tuvimos que soportar en la noche de ayer. Al habitual ajetreo y volumen alto de música proveniente de su departamento (que es continuamente visitado por personas extrañas y connacionales suyos que desfilan a vista y paciencia de los vecinos por las escaleras del edificio) ayer se sumaron conductas totalmente reñidas con las buenas costumbres y las normas de convivencia que deben regir en una comunidad de vecinos.
Tras aguantar las risas, los ruidos de vajilla y la plática desenfrenada de una interminable sobremesa, a las 2:30 horas de la noche fuimos despertados por unas voces que proferían por el balcón frases procaces y soeces como “A cu…ar, a cu…ar, que el mundo se va acabar” o “Queremos más patatas y amor” que sólo pueden provenir de mentes desarregladas y pusilánimes. Los posteriores gemidos y otras manifestaciones animales “del amor”, provenientes de las habitaciones, fueron la gota que colmó el vaso y constituyen un verdadero atentado contra el pudor, sobre todo si se toma en cuenta que la mayoría de los vecinos tiene niños menores de edad.
Esta es la última vez que nos dirigimos a usted por escrito. La próxima estamparemos directamente una denuncia ante la Guardia Urbana. En el intertanto, nuestros vecinos se encuentran evaluando los daños provocados por las fisuras en sus departamentos, cuya reparación deberá ser enteramente asumida por usted y sus “amigo(a)s”.
Jordi Meneses (3º 1ª)
Pere Puig ( 3º, 2ª)
Gregori Grau (5º, 1ª)
Francesc Quisquilet (5º, 2ª)
P.S. Aprovechamos de recordarles que la basura del edificio se retira exclusivamente de 8 a 10 horas de la mañana (horario en que ustedes probablemente aún duermen) y que está prohibido utilizar la terraza superior del edificio como solarium, especialmente sin ropa.
martes, 11 de diciembre de 2007
pedinche.
1. adj. Méx. pedigüeño. U. t. c. s.
pedigüeño, ña.
(De pedigón).
1. adj. Que pide con frecuencia e importunidad. U. t. c. s.
pedigón, na.
(De pedir).
1. adj. coloq. Que pide con frecuencia e inoportunidad. U. t. c. s.
2. adj. coloq. p. us. Que pide, especialmente con insistencia. U. t. c. s.
peticionario, ria.
(De petición).
1. adj. Que pide o solicita oficialmente algo. U. t. c. s.
demandante.
(Del ant. part. act. de demandar).
1. adj. Que demanda. U. t. c. s.
2. com. Der. Persona que demanda o pide una cosa en juicio.
¿Por qué no existen besopidiente, abrazolicitador, cariciarrogante?
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